Claude Monet (1840–1926) fue uno de los pintores impresionistas más prolíficos, y figura clave en el panorama artístico francés. El impresionismo, corriente basada en expresar las propias percepciones de la naturaleza y el paisaje, unió a artistas como Monet y Berthe Morisot en una relación de amistad y admiración mutua.
Al joven Monet le encantaba viajar, sobre todo en tren, y retratar la campiña francesa. En uno de sus viajes quedó fascinado por el pintoresco pueblo de Giverny, y decidió trasladar allí su lugar de residencia y cultivar su propio jardín para poder pintar en plein air. Incluso hizo construir un puente japonés y desvió el curso de un arroyo para crear un estanque de nenúfares. Ese entorno se convirtió en fuente de inspiración para sus cuadros.
Durante los años siguientes, Monet pintó más de 250 obras inspiradas en el juego de luces y colores reflejados sobre el estanque. La imagen que decora nuestra cubierta reproduce una carta escrita en 1888 por Monet a Morisot y, de fondo, una de esas famosas pinturas al óleo.